Los valores sobre los que San Martín guió su vida, fueron la base para sus actos y palabras. Y cuando nombramos al Padre de la Patria, es imposible dejar a un lado los valores del sacrificio y la humildad.
Lo abstracto sólo se puede demostrar con hechos, y San Martín hizo justamente eso. Claro ejemplo de su sacrificio, fue el hecho de dejar España y rebelarse contra su sistema, para volver al lugar donde había nacido e interiorizarse en su compleja situación cuando bien podría haber permanecido en la península disfrutando de sus privilegios como militar.
De la misma manera actuó en cada situación de su vida. Muy conocida es la proclama que elevó en Mendoza en julio de 1819. En esta, San Martín expresa:
“La guerra se la tenemos que hacer del modo que podamos, si no tenemos dinero, carne y un pedazo de tabaco no nos ha de faltar; cuando se acaben los vestuarios nos vestiremos con las bayetitas que nos trabajan nuestras mujeres y si no, andaremos desnudos como nuestros paisanos los indios. Seamos libres y lo demás no importa nada.”
La humildad, que también lo caracterizó, la demuestra muy bien Juan Bautista Alberdi, quien en su libro “El general San Martín” escribe:
“Al ver cómo se considera él mismo, se diría que este hombre no había hecho nada notable en el mundo, porque parece que él es el primero en creerlo así”.
Hoy en día, en una actualidad en que estos valores se ven empañados, podemos respondernos la pregunta que nos hicimos al principio. San Martín está vivo en el legado que nos dejó y es un ejemplo para todas las personas de nuestra sociedad, para las cosas pequeñas como en lo que hace a nuestra vida de relación con nuestros compatriotas, para construir una Patria con los demás.
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